Raúl Flores: «El trabajo necesita cambiar el paradigma economicista y los valores»

Raúl Flores: «El trabajo necesita cambiar el paradigma economicista y los valores»
Como coordinador de estudios de Cáritas y secretario técnico de FOESSA, Raúl Flores no solo conoce bien la pobreza y la exclusión social, sino que también posee una mirada hacia un futuro que nos permita construir sociedades más inclusivas, solidarias y humanas.

La pandemia dejó a los trabajadores más pobres, con dos millones de hogares afectados por la precariedad e inestabilidad. ¿Qué impacto puede tener la última reforma laboral?

Camina en la dirección que se necesita. Pero probablemente tengamos que esperar un tiempo para poder valorar si cubre un 10% o un 50% de lo que necesitamos. En cualquier caso, hay aspectos que quedan fuera de la reforma y que el mundo del trabajo también necesita, cambios en el paradigma economicista y los valores que nos constituyen como sociedad y en el actual modelo de productivo. Probablemente, necesitemos invertir los mismos años para modificar y reorientar este sistema que los que hemos dedicado a construir el actual. Pero tenemos una oportunidad que nos permite hacer el giro y tenemos incluso dinero de la UE para girar hacia una economía más verde, más sostenible, con mayor capacidad de generar esos empleos de calidad.

Aumenta la contratación indefinida, la afiliación a la seguridad social, pero también los indefinidos a tiempo parcial… ¿Qué nos está indicando?

El trabajo no tiene la misma capacidad de integración que tenía hace años. Es necesario, pero no es suficiente. Ni siquiera es la mejor política social, como a veces se dice. Más de la mitad de las familias que acompañamos en Cáritas tienen un trabajo. Reducir la temporalidad es una buena noticia, pero tiene que ir de la mano de reducir la parcialidad indeseada, que es la mayoría y, concretamente, entre las mujeres. Tenemos que construir un trabajo decente, que te de las llaves de la integración económica y social.

A veces se nos olvida que hay muchas personas que no son empleables, a día de hoy, que tienen itinerarios vitales y experiencias que les hacen inempleables, que necesitan más tiempo y acompañamiento. Mientras tanto, ¿qué? Protección social: apoyar y acompañar hasta que puedan ser empleables, si lo llegan a ser. Junto al empleo decente tenemos que poner la protección social, también decente.

¿Contamos con un sistema de protección social adecuado a las circunstancias de la población del siglo XXI?

Han cambiado las condiciones sociales y laborales, el mercado de trabajo, y seguimos con el mismo sistema de protección social. No conseguimos esquemas de cotización que den acceso a la prestación a muchas personas.

En España hay 600.000 familias que no tienen ingresos asegurados, ni por las rentas de trabajo, ni por las pensiones, ni por el ingreso mínimo, ni rentas mínimas. Viven del aire. Planteamos que se analicen, que se desarrollen, implementen y se evalúen las medidas que tenemos sobre la mesa.

El trabajo no tiene la misma capacidad
de integración que tenía hace años.
Es necesario, pero no es suficiente

Seguimos, después de cincuenta años de democracia, ignorando la crianza y el apoyo a la familia. Hay que mover el sistema de protección social, buscar nuevas alternativas, evaluarlas y encontrar nuevos caminos.

Junto al derecho a ingresos hay que abordar de manera paralela el derecho a la vivienda que a día de hoy es un pozo sin fondo. Podemos subir el salario mínimo, mejorar las cuantías del ingreso mínimo, pero mientras el precio de la vivienda siga subiendo eso que ganamos de más, que ingresamos de más, acaba en ese pozo sin fondo.

¿Cómo está funcionando el ingreso mínimo vital?

El ingreso mínimo vital es una medida coherente con las propuestas que venimos haciendo desde los años 90. Es una medida necesaria, positiva, que genera un suelo a nivel estatal. Dicho esto, ha tenido problemas de diseño, de aplicación y de enfoque, proyectando la sospecha e incluso culpabilizando a la persona pobre. La sospecha deja a las familias sin protección cuando más lo necesitan. La forma de actuar debería haber sido conceder la ayuda y dedicar después los meses que hagan falta para revisar los trámites.

¿Cómo superar el partidismo que solo piensa en las siguientes elecciones y favorecer un clima político más centrado en la cohesión social y el bien común?

Necesitamos un cambio de paradigma y de valores. El paradigma actual estrecha nuestro grado de libertad, reduce nuestra capacidad de innovar y hacer cosas distintas. Cuando el máximo bien es el beneficio y, añado, a corto plazo, estamos atados de pies y manos para promover cambios y probar. Luchar contra el cortoplacismo político tiene que ver con una toma de conciencia, más activa, de la ciudadanía.

Utilicemos el caso de la vivienda. El parque de vivienda pública en alquiler es apenas el 1,4% en España. En la Unión Europea es del 20 y el 30%. Si un partido político decide acometer la adquisición o construcción de vivienda pública en alquiler, tendrá un retorno electoral, siempre y cuando la sociedad esté preparada para ese cambio. Si la sociedad está convencida de que garantizar el derecho a la vivienda es poner la primera piedra para ejercer los derechos y mejorar condiciones de vida de la población, va haber sintonía con esa propuesta política y la van a apoyar. Si no, los políticos van a ser incapaces de tomar medidas que puedan influir negativamente en sus rendimientos electorales. Cualquier cambio tiene que estar acompañado de una conciencia ciudadana que crea en ese cambio.

Esto es complejo, porque la ciudadanía asimismo se sitúa o se mueve en función de las opciones de los partidos políticos que tienen como referentes de sus acciones y pensamientos. Ahí es donde entran otros espacios, la sociedad civil, las asociaciones de Iglesia y su capacidad de lanzar mensajes desde un tercer lugar, un vértice distinto de los partidos y de la ciudadanía para avanzar hacia el bien común.

Además de los jóvenes, las mujeres y las personas migrantes han sido las más perjudicadas por las crisis sucesivas… ¿Cómo es su situación en la actualidad?

A la población joven la estamos maltratando, le hemos hecho pagar el precio de las dos últimas crisis, estamos restando sus oportunidades, les apoyamos mucho menos desde el sector público, a pesar de lo cual está desarrollando una resiliencia que la está fortaleciendo y situando en la sociedad y creo que está generando también una actitud mucho más crítica y participativa. La participación no viene tanto por una opción o unos valores, como por la necesidad. De alguna forma, esos sacrificios a los que les hemos expuestos les están haciendo dar un paso hacia adelante.

La brecha de las mujeres no es una novedad, llevamos conviviendo con ellas décadas, se ha cronificado e incluso, lo que es peor, se ha normalizado. Tenemos que provocar cambios y la agenda política tiene que entrar en estos terrenos.

Estamos construyendo una sociedad de ciudadanos de segunda o de tercera. La mayor parte son extranjeros y muchos de ellos están en situación administrativa irregular. No es que estén un poco peor, es que les va mucho peor. Más de la mitad están en la exclusión social. Estamos generando políticas que les conducen a esa situación de pobreza y exclusión social, especialmente con la ley de extranjería y los procesos de arraigo.

El papa Francisco ha propuesto un salario universal y el reparto del trabajo, al tiempo que ha advertido de la escasa generación de empleo decente que presenta la economía en todo el mundo…

El trabajo es de un gran valor, muchas actividades que realizamos, la crianza, los cuidados, son trabajo, no son empleo, y son muy valiosas. Sin embargo, muchas veces acabamos valorando solo lo que tiene precio. Por lo tanto, como sociedad debemos valorar todo el trabajo ya sea remunerado o no, antes de la producción está la reproducción, la vida humana no se sostiene en el empleo, sino en el trabajo. El reconocimiento a todo este trabajo nos sitúa más cerca de las primeras propuestas del papa Francisco: un salario para todas las personas, porque todas ejercen labores de trabajo. Necesitamos recordarnos nuestra propia esencia humana, que tiene que ver con los cuidados.

Seguimos, después de cincuenta años
de democracia, ignorando la crianza
y el apoyo a la familia

Esta forma de abordar el trabajo requiere de replanteamiento como racionalizar los tiempos que dedicamos al trabajo, siempre desde el punto de vista de que tenemos que tener los ingresos para vivir y de que igual necesitamos reducir las expectativas sobre qué cosas necesitamos para vivir y cuántos ingresos necesitamos para cubrir todo eso.

¿Qué papel puede desempeñar la Iglesia y sus diversas comunidades ante los grandes desafíos de todo tipo que nos plantea nuestra época actual?

Hay un criterio y una clave para aumentar aciertos y reducir errores: estar muy cerquita de la realidad de la sociedad. Cáritas está rediseñando constantemente sus planes escuchando a las personas. Las parroquias han de saber acompañar pastoralmente desde la participación y la escucha de la comunidad. Las entidades de Iglesia orientadas al trabajo tienen que estar muy pendientes de lo que está pasando y ser muy reflexivas y abiertas a los cambios culturales y de valores de la sociedad. Otras instancias tienen que aproximarse al hoy como instrumento para tener una actitud más reactiva, pero también más proactiva. Necesitamos reaccionar mejor a lo que va pasando y generar propuestas y cambios a raíz de lo que observamos y vivimos. Es decir, apostar por una Iglesia mucho más apegada a la realidad, pendiente de los cambios y mucho más propositiva, que incluso plantee escenarios de futuro, que dependen de todos que se hagan reales o no. Es decir dibujar hacia qué caminos debemos orientarnos.

 

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