Nicolas Pino no defraudó a la tribuna. En la inauguración de la Exposición Rural, en el predio porteño de Palermo, el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA) exclamó todas las supuestas verdades que los grandes jugadores del sector agropecuario querían escuchar. No habló de la ganancia neta que reporta una tonelada de soja vendida en el exterior, pero señaló que “el campo es el sector que más aporta a la economía del país”, exigió la “total liberación de los mercados” y cuestionó que se apliquen retenciones a las exportaciones. Sin nombrar a funcionarios del gobierno nacional, apuntó con vehemencia contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner; evitó mencionar al presidente Alberto Fernández, aunque acusó al Gobierno por “la crisis que estamos viviendo”; y le dio un pequeño crédito al anunciado ministro de Economía, Sergio Massa, con quien tendrá un encuentro en los próximos días. Eso sí, nada dijo sobre los trabajadores no registrados que la AFIP detectó en los stand de la muestra del campo.

Con un palco oficial a sus espaldas donde quedaban muchas sillas vacías, y con argumentos como “la inflación no se baja controlando los precios sino eliminando el gasto del Estado”, Pino cuestionó la política económica del gobierno nacional. También sostuvo que, “para carnes, trigo, maíz y todos los demás productos, exigimos la total liberación de los mercados”. Y agregó: “las retenciones son ilegales, e inconstitucionales”. Desde allí, el ruralista apeló a los fundamentos tradicionales del sector para definir “la difícil situación que atraviesa el país” y sostuvo: “parece mentira que nos acusen de especuladores. El rol de especulador lo tiene el Estado”.

Sin embargo, y ante los recientes cambios del gabinete nacional fue cauto, otorgándole una suerte de permiso a la llegada de Massa: “En las últimas 48 horas, el Gobierno ha tomado decisiones que nos incluyen como sector. Esperamos que la nueva conducción económica esté a la altura" de la situación del país, "y genere la confianza necesaria para atravesarla”. Elípticamente, Massa, nuevo ministro de Economía, Agricultura y Producción entraba a escena, frente a la pista ruralista donde posaban por igual los toros campeones, camionetas cuatro por cuatro y tractores de última generación.

El ruralista se reservó el anuncio de un encuentro ya pactado con Massa y la Mesa de Enlace cuando se oficialice su nuevo rol ministerial. Algo que sí explicitó a LN+ al terminar esta puesta en escena con la que "el campo" se arroga la interlocución oficial.

En el palco, detrás de Pino, a cada frase que conjugara “trabajo y productividad”, la platea en la que se distinguía a dirigentes opositores como Horacio Rodríguez Larreta, Jorge Macri, Diego Santilli o Patricia Bullrich; aplaudía entusiasmada.

La tribuna opositora concentrada en este acto de apertura --que en verdad es la clausura-- de la muestra, tuvo su momento enardecido cuando desde el palco, se escuchó al presidente de la SRA sostener que “si una persona del gobierno tiene que rendir cuentas a la justicia, lo que tiene que hacer es contratar abogados, no agitar funcionarios y engañar votantes con el objeto de protegerse detrás de sus fueros”. Esa fue la referencia elegida para apuntar contra la vicepresidenta, bajo un palco coronado con la consigna “Cultivar el suelo es servir a la patria”, como hace 134 años. Salvo los dos años de pandemia, claro está.

Fue ante la referencia a CFK, que las mujeres ataviadas con sombreros de pluma, los hombres de largos sobretodos y pelo blanco, y los pocos jóvenes que escuchaban el discurso se levantaron para aplaudir de pie. En el mismo tono, rememorando la frase de la vicepresidenta sobre "los funcionarios que no funcionan", sentenció: "Ya sabemos lo que no funciona: no funciona el revoleo de bolsos llenos de dólares, ni el recuento de pilas de billetes mal habidos".

El presidente Alberto Fernández tampoco fue mencionado directamente en el discurso, pero hubo un mensaje al Gobierno para pedir “que resuelva los problemas, en vez de hacernos víctimas de su interna, tratando de asegurar a toda costa la ilusión de su reelección”. Además, Pino aprovechó la ocasión para mostrar la disconformidad del sector con el nuevo diseño del Gabinete: “El sector agropecuario es lo suficientemente importante como para mantener el rango ministerial”. Aunque ese nunca fue un reclamo ruralista antes de 2009, cuando la expresidenta le dio rango de Ministerio a lo que por 40 años había sido Secretaría.

De extracción “matarife”, el dirigente y empresario de la industria cárnica, no es reconocido con la contundencia de otros presidentes de la entidad –caso Luciano Miguens, presente allí a pesar de su avanzada edad--, que sí concentraban el favor de los ruralistas tradicionales, en su mayoría integrantes de alguna de las 1200 familias poseedoras de los 65 millones de hectáreas de tierras productivas del país.

Quizá por eso, para levantar su perfil electoral de cara a los comicios que la entidad tendrá en septiembre, antes de finalizar apeló a dos imágenes extremas: sobre la ganadería ovina en Patagonia reclamó el control de la fauna silvestre: “pumas y guanacos amenazan a la producción ovina”, aseguró y la platea aplaudió con fuerza. Pero volvieron a aplaudirlo, de pie, cuando pidió mayor intervención de la Justicia ante “los ataques” que se producen “en la Patagonia y otras zonas del país, bajo el pretexto de reivindicaciones de quienes se autodenominan pueblos originarios, siendo simplemente delincuentes comunes”.

Desde las plateas, los productores agropecuarios y sus familias vivían el evento con “emoción de patriota” definió un joven de Trenque Lauquen. Un transportista de Olavarría aseguraba que “a (Mauricio) Macri no le fue bien porque no tuvo suerte con las cosechas”.

Luis tiene un campo en Rauch y explica que “es necesario tener previsibilidad, porque en el campo los tiempos (de producción) son largos. Se necesitan reglas claras, y sabiendo cuánto será la retención, yo decido si siembro o no”. Otro ganadero de Río Cuarto asegura que “Macri fue muy tibio, yo lo voté dos veces y volvería a votarlo si es candidato, sino la voto a (Patricia) Bullrich”. Pero a su lado un joven tambero advierte: “Macri falló, porque no hizo lo que prometió, yo le creí y no cumplió”.

“Hicimos 1.500 kilómetros, y dos cuadras de cola y no podemos entrar” se quejaba una mujer de gafas negras y tapado elegante en un pasillo del predio. Eran las tres de la tarde y afuera, todavía había cuatro cuadras para poder ingresar, muchas familias que toman el evento como un paseo para cerrar las vacaciones escolares. Adentro, al finalizar el discurso, se llenaron las mesas reservadas en los dos restoranes más “bien puestos”. En los carritos, un sándwich de bondiola y un puñado de papas fritas se cobra 2.000 pesos, sin gaseosa.

Mientras en los restoranes, las conversaciones sobre compras y ventas de campos, alternan con los alquileres, el precio de la maquinaria, y los viajes al exterior. El sector “que más genera” en la economía del país, en palabras de Pino, no se plantea la necesidad de redistribuir ganancias. No lo necesitan.

Según explica el productor Pedro Peretti, si bien es cierto que “el campo es el sector que más aportes hace a la economía del país”, el volumen de ese aporte “no es la única variable para medir el éxito de la producción agropecuaria: no es lo mismo el volumen logrado por el trabajo de un millón de productores que por mil empresas integradas verticalmente a las cadenas productivas”. Para Peretti “al volumen hay que interrogarlo en función de las necesidades del país”. Y esas necesidades no fueron planteadas en La Rural. Se trata de “necesidades sociales que hay que tener en cuenta”, dice Peretti. Habla de distribución de las ganancias, hoy concentradas en un sector que es justamente el más beneficiado con la suba del dólar, y que, sin embargo, es el que más tracción provoca para forzar una devaluación.