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La misión de salud pública de Biden

LONDRES – Pese a que el presidente de los Estados Unidos Joe Biden prometió liderar con «la ciencia y la verdad», su administración no ha hecho lo suficiente en el sentido de promover la ciencia. Biden demoró hasta hace poco la designación de un comisionado para la Administración de Alimentos y Medicamentos, y todavía no cubrió muchas otras posiciones clave para la política de ciencia, entre ellas la asesoría científica de la Casa Blanca y la dirección de los Institutos Nacionales de Salud (NIH).

Pero luego Biden recuperó algo del terreno perdido, con su propuesta de crear una nueva agencia de salud pública según el modelo de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA). Este mes, el Congreso asignó mil millones de dólares para la creación de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados en Salud (ARPA‑H), que usará los últimos descubrimientos científicos para crear nuevas biotecnologías y medicamentos, así como la DARPA aplicó la investigación básica a la defensa, las comunicaciones y otros sectores.

Mejorar la medicina clínica demanda pensamiento audaz, más disposición a asumir riesgos y un compromiso sostenido con la investigación orientada a objetivos. Pero Estados Unidos no ha tenido un organismo dedicado a la innovación radical en salud. En vez de eso, la tarea recayó en la DARPA, que de todos modos se mostró muy eficaz en la creación de nuevos medicamentos y vacunas. La DARPA ha estado trabajando en medidas de respuesta a pandemias desde 2013, y en 2017 fundó la Plataforma de Prevención de Pandemias, centrada en el desarrollo de vacunas y tecnologías de anticuerpos basadas en ARN y ADN, muchos años antes de la aparición del SARS‑CoV‑2.

El mismo modelo de innovación podría servir de base para otros grandes avances en biotecnología. Por desgracia, lo mismo que la DARPA, el presupuesto asignado a ARPA‑H es sólo una fracción del que realmente necesita (y menos de la sexta parte de lo que pidió Biden). Además, todavía no está claro cuál será la estructura operativa de ARPA‑H, porque hay desacuerdo entre legisladores, asesores de la Casa Blanca y el Departamento de Salud y Servicios Sociales de los Estados Unidos respecto de si debe ser un organismo independiente o subsidiario de los NIH.

No hay duda de que, en vista de su misión declarada, ARPA‑H debe ser un organismo independiente con autoridad para financiar proyectos científicos radicales y de avanzada. La expansión de la frontera tecnológica y la creación de nuevos mercados han sido marcas distintivas del modelo DARPA, donde la innovación se acelera mediante la asunción de grandes riesgos. Un aspecto importante de DARPA es que sus directores de programa trabajan en forma independiente, en pos de objetivos ambiciosos y bien definidos, y en estrecha colaboración con los contratistas para garantizar el éxito y la viabilidad comercial de los proyectos.

En particular, entre el modelo DARPA y los NIH hay grandes diferencias. Aunque los NIH cumplen un papel crucial en la financiación de la investigación básica, carecen de atributos que explican el enorme éxito de DARPA: audacia, disposición a correr riesgos y personal innovador a cargo de los programas. Los NIH siguen un modelo más conservador, porque están sujetos a un proceso de evaluación independiente, que reduce su tolerancia al riesgo y al fracaso. DARPA evalúa cada proyecto por separado según su capacidad para satisfacer una necesidad concreta, mientras que los NIH asignan a sus proyectos un puntaje genérico y deben competir unos contra otros.

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La inversión de riesgo en innovación biotecnológica es una cuestión muy específica. Por eso Biden y el exdirector de los NIH Francis Collins pidieron que ARPA‑H fuera un organismo independiente. Su razón de ser es cubrir importantes lagunas en la línea actual de desarrollo innovador en biotecnología (el proceso que va de la investigación básica hasta los ensayos clínicos). Para poder acelerar la innovación y reducir el costo de los medicamentos, ARPA‑H necesita un presupuesto mucho mayor que el de la Oficina de Tecnologías Biológicas de DARPA, y tendrá que adoptar estrategias de innovación sanitaria comprobadas.

Para ello, ARPA‑H debe incorporar un modelo basado en una «línea de desarrollo extendida» que dé apoyo a la innovación desde la investigación hasta la comercialización, como es el caso de DARPA. Necesita un enfoque orientado a misiones para cubrir lagunas en la innovación biomédica. Debe prestar especial atención a financiar innovaciones radicales. Y debe garantizar el control sobre los precios de los medicamentos y su accesibilidad. En un momento en que las grandes farmacéuticas dedican más dinero a la recompra de acciones (para mejorar las cotizaciones, las opciones de compra de acciones y la remuneración de los ejecutivos) que a investigación y desarrollo, estas condiciones son necesarias para asegurar que la innovación esté al servicio del bien público.

La creación de ARPA‑H traerá consigo muchas oportunidades nuevas. El nuevo organismo puede reforzar el énfasis en la salud pública, ampliar el acceso a la biotecnología, reducir los precios, mejorar la transferencia de conocimiento y racionalizar los procesos de adquisición pública en el nivel internacional. Y con un diseño claro inspirado en DARPA, puede asegurar que las innovaciones farmacológicas obtenidas con dinero de los contribuyentes beneficien a quienes las financiaron y no sólo a los accionistas de las grandes farmacéuticas.

En su colaboración con el sector privado, los NIH no supieron establecer condiciones que aseguraran beneficios para la población en general. ARPA‑H debe adoptar un modelo diferente. ¿Por qué financiar innovaciones que luego no estarán al alcance de la gente? Estados Unidos tiene un cúmulo creciente de problemas, cuya solución demanda organismos públicos orientados a propósitos. La crisis de los opioides expuso los fuertes vínculos entre los problemas de salud pública y la desigualdad; y la pandemia de COVID‑19 resaltó la necesidad de aumentar la compra pública de medicamentos y vacunas.

La función de los programas estatales debe ser beneficiar a la gente, no sólo al sector privado, y ARPA‑H es una oportunidad de demostrar lo atinado de esta idea.

Traducción: Esteban Flamini

https://prosyn.org/ogYQ2zqes